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Comenius - Floridia - Feb 2012
 
     
 
Bandera de España

IES Ramón y Cajal
Valladolid

Intercambio Escolar
2010-2012

Proyecto COMENIUS MULTILATERAL

Instituto Salvatore Quasimodo
Floridia

 
  
 
 
 


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Proyecto Comenius Multilateral 2010-2012.
"NEW EUROPEAN CITIZENS FOR A COMMON FUTURE"
 

Crónica del Intercambio Internacional
Instituto Salvatore Quasimodo  – IES Ramón y Cajal
Floridia. (Italia). 4 al 12 de febrero de 2012.

A pesar de las inclemencias meteorológicas: se consiguió

Dentro del intercambio programado en las acciones a desarrollar en el Proyecto Comenius Multilateral titulado New European Citizens for a Common Future (2010-12), alumnas del IES Ramón y Cajal, acompañadas de sus profesores, tuvieron la ocasión de viajar a Italia y más en concreto a la localidad siciliana de Floridia, donde fueron acogidas por sus correspondientes compañeras italianas.

El intercambio también reunió a alumnos de los otros centros participantes: franceses e ingleses.

La semana fue intensa en experiencias y en convivencia, por tanto, en aprendizajes. No faltó nada en esos días. No exageramos, veamos.

Una oleada de frío polar se había iniciado días antes afectando a toda Europa. Salida muy de mañana del domingo día 5 de febrero desde un Valladolid congelado, pero con esa mezcla de incertidumbre, nerviosimo, expectación que acompaña a todo viaje, más si éste es a un país extranjero. El viaje sin incidencias, pero largo pues tuvimos que realizar transbordo en Roma, pero sin ningún contratiempo.

En Catania nos estaban esperando las familias y el director del Instituto Salvatore Quasimodo, nuestro entrañable profesor Sebastiano Rizza. Traslado a nuestros alojamientos y a descansar pues el lunes se presentaba cargado de actividades.

Y así fue... el lunes a primera hora, y ya en el centro educativo, recepción a todos los participantes como sólo nuestros amigos italianos saben hacerlo (banderas, himnos, bailes sicilianos, visitas a los más pequeños de la escuela y agasajos de dulces... ¡ese inolvidable queso de Ricotta!). Por la tarde, los talleres de baile (ahí comenzó la moda del tema musical que haría furor entre todos los participantes el Ai se eu ti pego que no se cansaron de bailar en toda la semana) y el taller de artesanía cuyos fantásticos resultados fueron celebrados por todos.

El martes tocaba la exposición de los trabajos realizados por los diferentes centros. Desapasionadamente el Ramón y Cajal marcó un hito por la claridad y brillantez de los trabajos que se presentaron acerca de historia, patrimonio, cultura, tradiciones y música de nuestro país, aquí hemos de señalar la aclamación con la que fue recibido el videoclip musical presentado que dejó, literalmente, con la boca abierta a todos los asistentes.

Llegábamos ya al ecuador de nuestra estancia en Sicilia y el miércoles, como suele hacerse en este tipo de intercambios, estaba programada la excursión, obsérvese, no una excursión, sino la excursión. ¿Por qué esta singularización?. Fijaos, amigos lectores, en los destinos: el mítico y legendario volcán Etna (además nevado casi en su totalidad) y la ciudad -de fundación griega en el VIII (aC)- de Taormina. ¡Qué día!¡Inolvidable!. Desde el blanco nevado del Etna al azul mediterráneo de Taormina. Ojos como platos, cámaras que no cesaban de hacer fotos.

El jueves tocaba competir porque en la ciudad de Siracusa (cercana a Floridia) estábamos citados con multitud de centros de la región y de otras italianas para realizar un raid-concurso de reconocimiento por la isla de Ortigia de esta ciudad que fue la colonia griega más importante del Este de Sicilia y la ciudad donde nació y murió el ingeniero y gran matemático Arquímedes. Nuestras chicas compitieron con bravura a lo largo de toda la mañana lo que tuvo como recompensa un momento de asueto memorable: un remojón en el mar, aunque solo alcanzara a las pantorrillas. Como alguna dijo: “¡ayer nos tirábamos bolas de nieve y hoy casi nos bañamos en el mar!”. Y sí, esos contrastes tiene Sicilia...

Llegó, casi sin darnos cuenta, el viernes. La despedida pues marchábamos a Roma. Como todas las despedidas de breves, pero intensos días, toco llorar, algunas a moco tendido. Pero había que partir. Con miedo a encontrarnos el aeropuerto cerrado pues el Etna había erupcionado el día anterior como si no quisiera que nos fuéramos y sus efectos siempre tienen consecuencias en la próxima ciudad de Catania de donde partíamos.

Roma nos recibió con lluvia. Los alrededores de la estación Termini eran una caos para cualquier medio de locomoción, por lo que decidimos caminar hasta el hotel, al que llegamos calados, pero felices de estar ya alojados en la Ciudad Eterna. Sólo pedíamos ya que no se cumplieran las predicciones meteorológicas que anunciaban fuertes nevadas como ya había sucedido hacía dos semanas y que convirtió en noticia internacional la nevada sobre Roma.

Pero nuestros deseos no se cumplieron; y ya esa misma tarde, nada más poner el pie en la Plaza de España comenzó una copiosa nevada que hacía inútil el uso del paraguas y chubasqueros. Aún con todo, cumplimos a rajatabla nuestro programa, ¿cómo íbamos a dejar de ver la Fontana de Trévi, o la Via del Corso? Pero tan embelesados estábamos que casi no nos dimos cuenta que no había turistas en las calles. No había autobuses, apenas taxis que circulaban con cadenas; y es que la nevada había hecho desaparecer a cualquier viandante. Huimos, esa es la palabra, en metro, el único medio de transporte que aún funcionaba.

Curiosamente la mañana del sábado día 11 amaneció con un sol resplandeciente. Es cierto que aún las calles estaban nevadas y hacía frío, pero hacía sol y Roma recuperaba su actividad frenética. Nos esperaba nuestro bus turístico que no faltó a la cita. Obviamente, elegimos la parte de arriba, descubierta, que es donde mejor se ven las cosas, ¡espectacular!, pero cuando la ruta tocaba a su fin comenzó a encapotarse el cielo, con un color de esos que te hacen decir “va a nevar” y ¡cómo nevó! A pesar que pudimos contemplar los alrededores del Coliseo, por supuesto cerrado al público por motivos de seguridad, llegó a nevar tanto esa mañana que cuando esperábamos pacientemente nuestro turno para subir a la cúpula del Vaticano, un amable portero nos dijo que nosotros seríamos los últimos, que por motivos de seguridad se cerraba el acceso al público. Así que dentro de lo malo tuvimos suerte. El panorama arriba, sin exagerar, único: pocos de los que han subido allí pueden decir que desde lo alto no han podido ver la plaza de San Pedro, ahí abajo. Pues nosotros sí..., era tal la intensidad de la nevada que producía una auténtica cortina blanca que apenas dejaba entrever lo que allí abajo sólo adivinábamos.

Por la tarde dejó de nevar y como hacía tanto frío apetecía andar para entrar en calor: castillo de Sant Angelo, Piazza Navona, Panteón y, por fin, la reparadora cena.

Con todo, a la llegada del hotel, y dado que era la última noche nuestras chicas trasnocharon un poco más de la cuenta, pero se lo habían merecido, al fin y al cabo la algarabía no molestaba a nadie, pues éramos los únicos en esa ala y pasillo del hotel.

El domingo 12 de febrero partíamos hacia Valladolid, pero como el vuelo salía a primera hora de la tarde, aún tuvimos tiempo de pasear por penúltima vez (no la última, pues arrojamos nuestras monedas a la Fontana de Trevi y los que así lo hacen, ya se sabe, vuelven siempre) por la ciudad romana para apreciar, entre otros lugares la Piazza Venezia, el Quirinal y sus calles plagadas de fantásticos rincones. Curiosamente ese último día amaneció con un sol resplandeciente que fue el que nos despidió de esta ciudad inolvidable.

El regreso..., como todos, entre triste por lo que dejas atrás e ilusionado por volver a ver a los que quieres, por eso nunca se hizo tan largo un viaje desde al aeropuerto de Madrid a Valladolid.

Valladolid, Febrero de 2012

 
 
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